Un día, hace no tanto, el pequeño Alejandro contaba con cuatro o cinco años de edad y viajaba junto a su madre en autobús. Un señor le preguntó muy amable qué quería ser de mayor. El pequeño respondió que iba a ser Capitán Médico. Nunca desapareció aquella incipiente idea de su cabeza; estudió duro para ello con excelentes calificaciones, y logró ser doctor. Es el pequeño de tres hermanos de una familia sevillana. Nace en el seno de una saga de militares que le aporta el método con el que trabaja cada día. Estaban en Madrid pero nace en Sevilla por decisión de su madre y se siente muy andaluz a pesar de haber vivido siempre en Madrid.
No tiene ningún sanitario en la familia pero desde que tiene uso de razón ha querido ser médico. Estudió Medicina en la Universidad Autónoma de Madrid. Buen conversador, quiso desde el comienzo hacer una especialidad médica, y no quirúrgica, porque facilitaría el contacto con los pacientes; si bien, en aquel momento no existía asignatura de oncología. El trato continuado con cada paciente le persiguió siempre.
Pero el destino iba a asomar de la mano de un buen amigo de la familia, íntimo de su hermano y oncólogo de prestigio. Tras un mes de experiencia juntos, los ojos comenzaron a brillar de forma distinta en Alejandro y ya nunca se apartó de la oncología, afortunadamente para sus pacientes y para IOB Madrid.
Tras finalizar la carrera comenzó su andadura oncológica en el Hospital Ramón y Cajal, un bagaje más allá de la medicina en el que el lado humano que ya poseía se acentuó con cada visita de cada paciente. Cuatro años muy duros con altos y bajos en el camino y con el refuerzo interno para el jovencísimo doctor Riquelme de que quería ser oncólogo. De esa época recuerda la historia de un paciente pasados los cincuenta con alto poder adquisitivo, muy cabal. Conocedor del inminente final le pregunta sobre el tiempo que le restaba; la respuesta dio pie al día siguiente salir del hospital a hacer algo. Había arreglado sus cosas y le dijo que ya estaba listo para partir. Razón más que suficiente para asegurarse de que su camino era el correcto.
La asistencia a los pacientes ha sido el pilar que ha guiado al doctor Riquelme con el necesario poso científico y de investigación, imprescindible en oncología. El Hospital Infanta Cristina le estaba esperando y allí acudió sin saber que, trece años después, estaría hablando con nosotros para contarnos que ahí sigue desempeñando su labor. Su contacto con la medicina privada no tardó en llegar y ha ido en todo caso de menos a más. Hospital Sanitas La Moraleja y Hospital de la Luz, en el que termina siendo, Jefe de Servicio, se hacen compatibles con una clínica de Marbella en la que comienza a colaborar de forma esporádica y luego de forma más intensa hasta 2020 en el que acude hasta cuatro días en semana y hasta un año y medio después. Pacientes diferentes de distintas nacionalidades que contribuyen a forjar la multiculturalidad de Alejandro.
Y aquí aparece IOB Madrid, compromiso que se afianza paulatinamente en los últimos tres años. Compagina su tiempo en el hospital público por la mañana y en IOB Madrid todas las tardes. Su especialidad son los tumores digestivos y es responsable de los pacientes hospitalizados en horario de tarde.
La llegada a Hospital Beata ha fortalecido el compromiso del doctor Riquelme con IOB Madrid. Asoma además la puerta de la investigación como una posibilidad complementaria a la asistencial. Un sueño que le ronda es la creación de una unidad especializada en tumores digestivos. Nunca rehuyó el aumento de responsabilidad que seguro se hará realidad en su trayectoria, ya de por sí jalonada de éxitos como vamos viendo.
Su momento de mayor alegría… cuando un paciente le abraza de felicidad y llora con él. Los pacientes hablan de él en sus domicilios, los que profesan alguna religión rezan por él y se emociona al escucharlo. El más triste, cuando atiende la muerte de su padre el día antes de su jubilación de cáncer de colon. Una forma de ver la vida diferente, un antes y un después, hecho fundamental para explicar el profesional y la persona que es.
Dejamos al doctor Riquelme en su consulta, mira a través de la ventana, y antes de salir concluye; “¡Ah!. Tenemos una paciente de 45 años con cáncer de colon HER 2 positivo, solo el 2% de los pacientes lo tienen. Ha progresado a una tercera línea y hemos conseguido iniciar tratamiento con Deruxtecan, utilizado hasta ahora solo para cáncer de mama. La paciente está en respuesta; quizá podamos hacer una cirugía y tal vez estemos cambiando la historia de la enfermedad entera”.
Este joven oncólogo, parte fundamental del equipo de Iob Madrid, está llamado a ser un oncólogo de toda la vida. Ustedes ahora también lo saben.